martes, 20 de junio de 2017

Libro de Enoc. Las parábolas

Las tres parábolas
     Ante todo debemos pensar en el libro de Enoc como lo que es, un texto en el que la confusión ronda tanto como en los textos Bíblicos, y aunque en menos grado, los textos de Enoc también fueron manipulados, de modo que no debemos tomarnos todo justo al pie de la letra, sin embargo, grandes sabidurías se esconden en él. 
     El libro de las parábolas quizás sea el libro más difícil de explicar, puesto que, una parábola es un término que proviene del latín y que tiene su origen más remoto en un vocablo griego. Una parábola es, el relato de un acontecimiento que permite transmitir un mensaje de contenido moral a través de una analogía, una comparación o una similitud. Su escritura en prosa, el uso de las metáforas, situaciones reales y acontecimientos de la vida cotidiana, personajes humanos que se encuentran viviendo importantes dilemas morales o el carácter moralizante que imprimen y desarrollan son algunas de las principales señas de identidad que identifican a las parábolas. Enoc concreta que sólo tres parábolas se le dio a conocer. Si leemos bien y con determinación la primera parábola, nos fijamos que claramente habla del Fin de los días o Apocalipsis, redacta detenidamente como los "justos" son separados de los pecadores tras llegar del cielo la luz de Dios. Además cuenta ver al que sería el mesías más adelante, es decir, ve a Jesús aun en su morada de ángel, aquí nos damos cuenta de que Jesús y Dios no son la misma persona, pues habla de él como ángel. "Ahí contemplé con mis ojos las moradas en medio de los ángeles de justicia...En ese lugar con mis ojos vi al Elegido de Justicia y de Fe; la justicia prevalecerá en sus días y los justos y los elegidos serán innumerables ante él por los siglos de los siglos..."

"Primera Parábola.- Cuando aparezca la asamblea de los justos y los pecadores sean juzgados por sus pecados y expulsados de la superficie de la tierra. Cuando el Justo se manifieste a los ojos de los justos, de los elegidos cuyas obras dependen del señor de los espíritus; cuando la luz brille para los justos y para los elegidos que habitan sobre la tierra: ¿Dónde estará entonces la morada de los pecadores? ¿Dónde estará el lugar de descanso de quienes han renegado del Señor de los espíritus? Habría sido mejor para ellos no haber nacido..."
Libro de Enoc, capítulo 38, parte de la primera parábola

    La segunda parábola de Enoc, habla de una conversación que posee este mismo con Dios, en esa conversación cuenta que su "Elegido", del que Enoc ya habla en la primera, bajará a la Tierra con los vivos y vivirá entre ellos, además de que será quien se siente en el trono para juzgar a los justos y pecadores. Dios hace referencia a Enoc sobre la venida de Jesús a la Tierra. La narración cuenta como Dios le dice a Enoc todos los pasos que Jesús hará, como derrotará a los reyes, cómo cambiará las leyes. También cuenta todo los pasos que realiza el elegido por Dios antes de su venida. En su paseo por los cielos, Enoc es llevado al lugar de fuego ardiente, donde explica cómo se forjan las cadenas para los pecadores y seguidores de Lucifer. "Le pregunté al ángel de paz que iba conmigo, diciendo: "¿Para qué están siendo preparadas esas cadenas?". Y me dijo: "Esas están siendo preparadas para las tropas de 'Asa'el, para que puedan agarrarlos y lanzarlos al abismo de total condenación..." La visión del infierno que posee Enoc se centra sobre todo en los utensilios de tortura y captura para las almas, Enoc nombra tales cosas como látigos y cadenas de hierro y bronce, nombra al infierno como un valle de fuego, un abismo sin retorno para los seguidores de Satanás.

"En este día mi Elegido se sentará sobre el trono de gloria y juzgará sus obras; sus sitios de descanso serán innumerables y dentro de ellos sus espíritus se fortalecerán cuando vean a mi Elegido y a aquellos que han apelado a mi nombre glorioso. Entonces, haré que mi Elegido habite entre ellos; transformaré el cielo y lo convertiré en bendición y luz eternas; transformaré la tierra y haré que mis elegidos la habiten, pero los pecadores y los malvados no pondrán los pies allí."
Libro de Enoc, capítulo 45, parte de la segunda parábola

    La tercera parábola de Enoc habla de los justos y de los elegidos, narra como después de la muerte, estos justos al fin encontrarían justicia y los elegidos estarían junto al señor de los espíritus, que es como Enoc nombra a Dios. También visualiza el diluvio de Noé, que al verlo Enoc cae al suelo por la desolación y el arcángel Miguel se queda junto a él, sin embargo, lo que más llama la atención de esta narración es la presencia de dos monstruos, uno femenino y otro masculino, al intentar averiguar Enoc cuales son los poderes que ocultan dichos monstruos, el ángel le responde con una metáfora, "El trueno hace pausas mientras espera su eco. Trueno y relámpago son inseparables, son unidos por medio del espíritu y no están separados..." Enoc sigue contando en su camino como los ángeles miden y cuentan los misterios de la Tierra, le mencionan los actos cometidos por los Vigilantes a Enoc, le narran cuales fueron las habilidades que le concedieron a los humanos, que segun ellos, los incitaron a pecar y los llevó al castigo, generando el diluvio que vio de Noé. Sin embargo Enoc se centra en el que sería Jesús más adelante y como le cuenta que la justicia siempre prevalecerá en él, y andará al lado del hombre más justo.

"Después de esto serán enviados los santos del cielo a buscar los misterios de la justicia, patrimonio de la fe, pues brilla como el sol sobre la tierra y las tinieblas están desapareciendo. Habrá una luz infinita aunque por determinados días ellos no vendrán, porque antes habrán sido destruidas las tinieblas, la luz habrá sido afirmada ante el Señor de los espíritus y la luz de la verdad habrá sido establecida para siempre ante el Señor de los espíritus. En esos días mis ojos vieron los misterios de los relámpagos, de las luces y de su juicio: ellos resplandecen para una bendición o para una maldición según la voluntad del Señor de los espíritus."
Libro de Enoc, capítulo 58, parte de la ternera parábola

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